domingo, 23 de octubre de 2011

Brócolis vueltos caramelos.

Si me decías Folklore, no sonreía. De la misma manera en que nunca probé el brócoli pero igual puedo afirmar que no me gusta. Me pregunté por qué -lo del folklore- y surgieron escenas de la infancia con sabor a tedio, sabor a adulto. Qué importa...
Hoy domingo gris, con el youtube abierto, lo miro de reojo y le sonrío. Hoy me cae bien.
Me conozco -algo- y sé que cuando ésto pasa, cuando empiezo a crecer -y no hablo de tiempos cronológicos-, cuando empiezo aprender- aprender y sentir-, en contra de mis prejuicios infantiles y mis brócolis, es signo de algo. De alguien. Todo toma otro sabor. Talvez mañana vuelva la indiferencia, pero mientras tanto, sonrío adolescente.

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